En los chicos, desde el ingreso en el Seminario Menor hasta si se verifica su probable vocación, se da un largo proceso de maduración personal en un momento muy importante del desarrollo evolutivo de la persona, desde la niñez a la adolescencia y desde la adolescencia a la juventud.
Dicho proceso se hará realidad a lo largo de distintas etapas y con diferentes ritmos, en las cuales se precisa que la educación de las dimensiones humana, cristiana y vocacional vaya desarrollándose simultánea y articuladamente:
a) Formación humana: Proceso de crecimiento en la edad cronológica, en los conocimientos correspondientes a la propia edad, así como en la maduración psicológica de la personalidad entera y, particularmente, de su conducta y comportamientos.
b) Formación cristiana: Proceso de crecimiento y maduración religiosa y cristiana, como base y presupuesto para la misma vocación sacerdotal.
c) Formación vocacional: Proceso de crecimiento vocacional cristiano y específicamente sacerdotal.
Para la consecución de estos objetivos proponemos, además de la vida misma, unas actividades muy concretas:
* Reuniones de Formación: Cada curso tiene su propio encuentro semanal donde van desarrollándose diversos temas de forma sistemática, que nos ayuden a integrar mejor el día a día y que nos prepare para dar una respuesta madura y responsable en el futuro.
* Entrevistas Personales: Son encuentros personales del alumno con el formador. Necesitan de la orientación de los formadores para la superación de las crisis de crecimiento y maduración que puedan sobrevenirle al alumno.
* Pláticas, Retiros y Ejercicios Espirituales: Las pláticas tiene lugar una vez en semana y por cursos, en ellas a los chicos se les va orientando y animando en la vida de oración; Los retiros se celebran una vez al mes, durante una mañana, dirigido por un sacerdote de la diócesis; Los Ejercicios Espirituales, se organizan al inicio de curso y por etapas, también son dirigidos por sacerdotes de la diócesis.
* Acompañamiento Espiritual:
A través de este acompañamiento se le ayuda a los alumnos en su formación espiritual individual, de forma que puedan desarrollar armónicamente sus cualidades religiosas, físicas y morales, intelectuales y afectivas, adquiriendo cada día un mejor sentido de las virtudes teologales, de la justicia, de la amistad, de la verdad, la libertad y de la fidelidad y conciencia del deber. De este modo, desarrollados también todos los valores naturales, los alumnos podrán prepararse, con su debida atención, para seguir más fácilmente a Jesucristo con generosidad y pureza de espíritu con el fin de servirle en una vida apostólica. (pfsm 92).
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